Puntuación: 7/10
No hay nada mejor para alcanzar el estrellato que ser el boca a boca de numerosos blogs de renombre y webs musicales que a modo de faros iluminan el sendero indicándonos que es moderno, lo que se va a escuchar y lo que triunfará en un futuro, y si no, que se lo digan a The Horrors, que tuvieron un debut fulgurante desde su primer disco, Strange House (2007), unas críticas generalizadas de banda revelación, de grupo a seguir, etc, con una estética oscura y una leyenda, bien ganada, de "killers" en el escenario, sólo recordar el tristísimo y penoso espectáculo en la sala Moby Dick en Madrid en el 2008. Pues bien el quinteto británico ha publicado el que hace su tercer disco, producido por ellos mismos, en su carrera de nombre Skying, el pasado 11 de Julio, desde la discográfica XL Recording.
Si en el primer disco fuimos aplastados por los ritmos garajeros y semi-punks, si en el segundo, Primary Colours, caímos golpeados por el muro shoegaze mezclado con sonido krautrock, en este tercero nos arrastran a un sonido ochentero más limpio batido, por ejemplo, con la esencia de grupos como los Chameleons, que es la impresión que me produce en las primeras escuchas.
The Horrors es un grupo aun en busca de una identidad y personalidad propia como se demuestra en los vaivenes de sus tres discos. Quizás lo más remarcable, lo más evidente sea su ¿huida? hacia territorios sonoros más nítidos, que se refleja tanto en su música como en su estética, a canciones que llegarán a un público más amplio en donde van adquiriendo más protagonismo los teclados y en una mayor nitidez en la voz de Faris Badwan (que lleva un año glorioso y movidito, acordaros de su buen debut de su banda paralela Cat's Eyes). Pero no os perdáis con la búsqueda del grial sonoro del grupo o con las retóricas del que escribe, porque este disco es un gran disco, como lo fue el segundo, estando ambos muy por encima del primero
The Horrors es un grupo aun en busca de una identidad y personalidad propia como se demuestra en los vaivenes de sus tres discos. Quizás lo más remarcable, lo más evidente sea su ¿huida? hacia territorios sonoros más nítidos, que se refleja tanto en su música como en su estética, a canciones que llegarán a un público más amplio en donde van adquiriendo más protagonismo los teclados y en una mayor nitidez en la voz de Faris Badwan (que lleva un año glorioso y movidito, acordaros de su buen debut de su banda paralela Cat's Eyes). Pero no os perdáis con la búsqueda del grial sonoro del grupo o con las retóricas del que escribe, porque este disco es un gran disco, como lo fue el segundo, estando ambos muy por encima del primero
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